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Una sesibilidad precoz caracteriza su infanzia mientras en él crecia el deseo de entrar en el Seminario de Nola. En su ánimo adolescente se empezaron a advertirse los primeros impulsos misioneros que lo llevaron a ingresar en el Pontificio Instituto Misiones al Exterior (PIME) de Milán.
Pero el sueño de Padre Arturo de convertirse en misionero desvaneció: el médico del PIME sentenció que el joven seminarista, por motivos de salud, no podía ir en tierras de misión.
No faltaron en esas circustancias brazos paternos dispuestoa a acogerlo. Con ánimo abierto el joven seminarista se sintió confortado y acogido por Monseñor Egisto Melchiori obispo de Tortona, que antes había sido obispo de Nola y conocía ya el joven seminarista.
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Después de su ordinación sacerdotal, que se celebró el 12 de marzo de 1938, en el Santuario del Sagrado Corazón de Stazzano (AL), comunicó su propositos a su Obispo, Mons. Melchiori, que en ese momento pensó que se trataba de una bella ilusión juvenil. Padre Arturo pidió, entonces, a su Obispo un periodo de reposo en su pueblo natal. Al mismo tiempo pidió al Señor "un signo de su voluntad" porque, conmovido por las vidas destrozadas de miles de niños, huérfanos de la guerra, sentía l'urgencia de iniciar su opera y al mismo tiempo no quería, de ningúna manera, desobedecer su Superior. El signo llegó: Los Alemanes en su retirada, con la "línea gótica", dividieron Italia en dos partes, de esta forma Padre Arturo non pudo regresar a Tortona
Fue en aquella Navidad del 1943, que nació la Pequeña Obra de la Redención y las puertas de su casa paterna se abrieron al primer niño necesitado de amor y de cuidados. Fue el primero de una moltitud interminabile, que se encuentra en muchas naciones y que en el curso de los años encuentra su lugar en la familia diseñada por la Providencia.
Desde sus inicios la Obra fué confiada a la materna protección de María Santísima Consoladora del Carpinelo, títolo con el cual la Virgen viene venerada, desde hace varios siglos, en Visciano, de hecho la ferviente devoción del Padre Arturo hacia la Madre Celestial hizo que Ella se convirtiera en la guía de su Obra.
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Pocos años después surgían en varios paese del sur de Italia otros Institutos que asistían los más necesitados (niños, jóvenes, minusválidos, ancianos….). Que se transformaron en un signo evidente de la Divina Providencia.
El Padre Arturo se dió cuenta que para que esa semilla de amor pudiera dar fruto era necesario que almas devotas dedicaran sua propia vita al servicio se sus hermanos. Guiado, entonces, por el Espírito Santo fundó dos Congregaciones Religiosas Las Pequeñas Apóstoles de la Redención (1948) y los Misioneros de la Divina Redenzione (1954).
El Espirito Santo continuó a guiar al Padre Arturo inspirándolo para que la Obra fuera Misionera, de hecho en el 1971 partieron los primeros misioneros para Colombia en donde ahora centenares de niñs, jóvenes, y ancianos necesitados, son asistidos por las Hermans y por los Misioneros. Después de algunos años el Padre Arturo fundó otros institutos en Guatemala, El Salvador, India y Messico.
El 3 de noviembre de 2006 el Padre Celestial quizo abrirle las puertas de su Reino Glorioso donde ahora goza de la beatitud eterna, del premio que se mereció, con una visa santa completamente dedicada al anuncio de la Divina Redención a todo el mundo y en particular a la juventud pobre y abandonada.
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Su regreso a la Casa del Padre
Noviembre 5 de 2006

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oración virgen consoladora del carpinelo
Oh Augusta Reina del Cielo, Señora y Soberana de la mente y corazón de tu pueblo, que para demostrarnos tu especial predilección, en tiempos de grandes tribulaciones, quisiste ser hallada por el esplendor de una insólita luz, a la sombra de un carpinelo.
Nosotros te amamos y te damos gracias por la continua protección que nos otorgas tanto a nosotros, como a nuestras familias y a todos tus devotos que te honran, María Santísima Consoladora del Carpinelo, con este título a nosotros tan querido.
Tú Oh Madre, que conoces nuestras necesidades, ven en nuestro auxilio, convierte a los pecadores, consuela a los afligidos, concede la curación a los enfermos refugiados en tu materno corazón.
Dona la paz a la Iglesia, a la patria y al mundo entero. Oh María Madre de la Iglesia, bendice al Papa, a los obispos, a los amigos y benefactores de los huérfanos acogidos a la sombra de tu santuario.
Santifica y multiplica a los sacerdotes, a los religiosos y a todos aquellos que difunden tu devoción en el mundo; haz que todos nosotros podamos conservarnos hasta la muerte, fieles a la gracia de tu Divino Hijo. Amén.
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